Lema 2020.

Significado y signos del Lema 2020 del Grupo Educativo Marín «Junto a María, educamos en la Esperanza»

“Junto a María”

María, en el tema de educar/educarnos y esperar, nos propone cuatro valores para seguir:

El valor de la alteridad: es decir, vivir teniendo presente al otro, viéndolo desde su realidad, desde su mundo y no desde el propio que puede buscar someterlo a las propias proyecciones o deseos.

El valor de la servicialidad: ver al otro desde su mundo no es suficiente, es necesario actuar. Esa acción, la servicialidad, consiste en no hacer del otro “el doble de mis deseos”, sino es ayudarlo a descubrirse desde lo mejor y lo más profundo.

El valor del espíritu de pobreza: es poder captar y responder a la necesidad real del otro y no a la que nosotros imaginamos.

El valor de la solidaridad: consiste en una nueva conciencia del otro, es decir, descubrir lo que tenemos “en común” con el otro, lo que nos une.

Todo lo anterior tiene que estar acompañado de libertad y amor para que no se trasforme en algo insoportable.

“Educamos en la esperanza”.

La estrella siempre ha sido signo de esperanza. La estrella de nuestro logo tiene cinco puntas, lo cual me hizo pensar en cinco actitudes para unir educación y esperanza.

1. Educación – espera, activas.

Esperar resulta esencial para la vida espiritual. Pero esperar como discípulo de Jesús no es una espera vacía, sino una espera con una promesa en nuestro corazón que hace ya presente lo que esperamos. Siempre estamos esperando, pero es una espera vivida en el convencimiento de que ya hemos visto las huellas de Dios, de que lo que esperamos anhelantes, ya está aquí de alguna manera, ya ha comenzado para nosotros. Aquello que esperamos está creciendo en las entrañas de ese estudiante con el cual día a día nos encontramos en el aula.

2. Educación – espera, pacientes.

Esperamos con paciencia. Pero paciencia no significa pasividad. Esperar pacientemente no es como esperar el autobús, o que deje de llover, o que salga el sol. Se trata de una espera activa en la que vivimos el momento presente al máximo para encontrar en él las señales de Aquel que estamos esperando. La palabra paciencia viene del verbo latino patior, que significa padecer. Esperar pacientemente significa padecer el momento presente dejando que crezcan las semillas que están plantadas en nuestros estudiantes hasta convertirse en mujeres y hombres de bien. Esperar pacientemente siempre significa prestar atención a lo que está ocurriendo ante nuestros propios ojos, en el aula, y ver en ellos los primeros rayos de la gloria venida de Dios.

3. Educación – Espera, expectantes.

Esperar pacientemente supone vivir expectantes, porque sin una expectativa, nuestra espera puede quedar atrapada en el presente. Cuando esperamos expectantes nuestro ser entero permanece expuesto a verse sorprendido por la alegría. A lo largo de los Evangelios Jesús nos pide que nos mantengamos despiertos y estemos alerta. Es esta expectativa gozosa de la venida de Dios la que ofrece vitalidad a nuestras vidas, porque aguardamos el cumplimiento de las promesas de Dios en la tarea que, día a día, nos toca llevar adelante junto a nuestros estudiantes.

4. Educación – Espera, abiertas.

Es confiar que algo se realizará, pero se realizará de acuerdo con las promesas y no con nuestros deseos. Por tanto la esperanza tiene siempre un final abierto, y de ahí que sea muy importante hacer a un lado mis deseos y volverme a la esperanza. Es así como lo realmente nuevo puede sucederme. Esta espera abierta es dejar de tratar de controlar el futuro, permitiendo que Dios defina nuestra vida y la de nuestros estudiantes. Seremos entonces, “educados”, no por nuestros miedos, sino por su amor.

5.Educación – Espera, como comunidad en torno a la Palabra.

No esperamos solos, porque somos parte de una comunidad de fe, que ha de ser comunidad de apoyo, celebración y afirmación. Eso es la comunidad: el espacio seguro donde podemos esperar el cumplimiento de la promesa; donde hallaremos las condiciones para que fructifique la semilla; donde la llama se mantendrá encendida, sin el peligro de apagarse. Esperamos activos, pacientes, expectantes, abiertos y juntos, sabiendo que Alguien nos habla, nos interpela, nos convoca. Por eso la Palabra de Dios está siempre en medio de los que se reúnen en su nombre: para hacerse carne, para nacer y tener una vida nueva en nosotros.

Hugo Alvarez – Capellán GEM.